Ese néctar escondido que llevo dentro.
Ese lugar oculto y misterioso.
Donde muchos aseguran, radica la inmortalidad, la unión con el todo y con el gran espíritu.
Somos seres que nos relacionamos. Con las cosas, con las personas, con la naturaleza, con los sonidos, con nuestro alimento, con nuestro entorno.
Pero, donde estoy colocando la atención? Que lugar le doy a cada momento en donde escojo estar?
Ya sea en cuerpo, pensamiento o emoción?
En tiempos donde el “retiro” es para todo el mundo, el miedo, la inseguridad y muchas otras sensaciones, afloran nutridas en un campo fértil.
Pues, estoy tratando de mirar esto. De darme cuenta que soy yo, y nadie más que yo, quien hará de este día, un día bueno. Un día de aprendizajes y de desapegos.
Porque cada vez más me hace sentido, que la actitud es clave.
Proponérmela, es como practicar. Sostengo una intención. Mantengo la disciplina. Aunque me cueste.
Porque: que saco con estar ansiosa?, enojada?, malhumorada o triste por lo que cambio? Pues esos sentimientos, no me dejan ver la luz de este cambio. Lo bueno. Lo positivo que me trae.
Como dice el autor en su conocido y bello relato de estrellas “El Principito” ... Lo esencial, es invisible para los ojos... yo lo pongo de esta manera y con ello termino: “Lo esencial, es invisible para los sentidos” dejo descansar lo que me conecta con lo de afuera, y tras el inmutable silencio de la quietud y la abstracción... aflorará mágica y curiosa, un alma de esencia que quiere conocerme.
Emma.